20. UNA CLASE CONFLICTIVA


CONFLICTOS EN EL AULA




Hoy en clase nos ha tocado el tema del desorden en las aulas. Todos tenemos en la cabeza conflictos que hemos podido vivir en primera persona o historias que nos han llegado desde nuestros amigos y familia.
A pesar de las risas que nos ha supuesto recordar algunas de esas aventuras hay que decir que es un tema muy serio. Cada vez hay más análisis de profesionales de la educación que hablan de este tipo de problemas en sus clases.
En un primer momento hay teorías de todo tipo, desde la marginalidad de alumnos de los centros de los guetos como principales causantes, a otro tipo de centros mas cerca del centro de las ciudades donde los estudiantes ya no obedecen a ese tipo de clasificación para ser los culpables. Se habla de inmigración, pobreza, falta de recursos, culturas diferentes, falta de apoyo... pero la realidad es que la variedad de los conflictos es algo que recorre todas las estructuras y capas sociales transversalmente.

Las medidas para solucionar estos conflictos han de partir de la educación, pero no sólo desde el foco del centro educativo, sino desde una educación globalizadora, integrativa y responsabilizante que incluya a todos los sectores sociales.

La primera educación es la que se recibe en casa, y a partir de ahí existen variables de convivencia que a veces se transforman en estos conflictos.
El racismo, el bulling, la violencia de género, el acoso o ciber acoso, el abuso... todos ellos son problemas que se desarrollan tanto dentro como fuera de las aulas y todos deberíamos ser capaces de responder con responsabilidad en cada una de las parcelas que nos competen.


MEDIDAS ANTICONFLICTIVAS


La institución escolar no enseña a resolver las situaciones conflictivas. Cada profesor actúa según su propio criterio siguiendo el modelo tradicional, que castiga al agresor y defiende al agredido compadeciéndole.

Niños y adolescentes siguen sin aprender a resolver sus conflictos pacíficamente, porque el modelo social, inherente a la familia y la escuela, no promueve la convivencia armónica sino que suscita agresividad.

  • Al agredido, en lugar de enseñarle a poner límites, a defenderse diciendo «no» con firmeza y a pedir ayuda si no le escuchan, le defienden compadeciéndole, educándole para ser víctima, o se le anima a agredir diciéndole «¡Defiéndete!», refiriéndose a que devuelva la agresión.
  • Al agresor, en lugar de enseñarle a controlarse apartándose del grupo, a hablar para decir lo que quiere en lugar de agredir, le reprenden con gritos, descalificaciones, culpabilizándole, castigándole… Le etiquetan de «agresivo», «insociable» o «egoísta», transmitiéndole la idea de que es así, de que no puede cambiar, contribuyendo de esta manera a perpetuar su comportamiento ofensivo.

Para contrarrestar la ausencia de modelo social no agresivo, es imprescindible que la escuela programe la enseñanza de la resolución de conflictos por la vía pacífica, potenciando el papel del mediador, asumido por todos y cada uno de los alumnos.


10 consejos y técnicas de resolución de conflictos

Su método se basa en la negociación y el diálogo, trabajando en equipo:

1.- La base de la convivencia es el diálogo y los acuerdos. Para resolver conflictos en el aula es necesario saber dialogar y ponerse de acuerdo. Por otra parte, trabajar en equipo permite a los alumnos practicar los valores, convivir en armonía regulando sus reacciones emocionales, adquirir habilidades para resolver sus conflictos y ser ciudadanos responsables y solidarios.

2.- El diálogo consiste en expresar claramente el propio punto de vista y escuchar con empatía el punto de vista de los demás.

3.- Para enseñarles a dialogar, primero les debemos escuchar: ¿Qué piensan, creen, opinan, sienten…? Después expresaremos nuestro punto de vista.

4.- Los acuerdos consisten en establecer las normas y límites de convivencia que se necesitan, así como las consecuencias que ayudan a cumplir las normas que les cuestan.

5.- En el centro escolar se debe establecer un tiempo para enseñar a los niños a resolver sus conflictos mediante el diálogo y el acuerdo. Se les dice que les vamos a enseñar a convivir en paz. Y se resuelve un conflicto diferente en cada sesión.

6.- Los niños necesitan que les enseñemos a resolverlos, en lugar de hacerlo nosotros. No debemos pedirles que los solucionen sin haberles enseñado cómo hacerlo.

7.- Les enseñaremos cuando ellos y nosotros estemos tranquilos. En el momento del conflicto los separamos y después hablamos… sin gritos, sin quejas, sin recriminaciones, sin culpabilizar.

8.- Al agredido no debemos defenderle ni animarle a agredir. Le enseñamos a decir «no» con firmeza. Si no le hacen caso, tiene que pedir ayuda.

9.- Al agresor le enseñamos, sin agredirle, a decir lo que quiere y a controlarse, a tranquilizarse, alejándose del niño con quien tiene el conflicto.

10.- Establecemos las normas y límites de convivencia: lo que pueden y lo que no deben hacer.


BULLING EN MI CLASE



En esta ocasión voy a plantear un hipotético caso de bullyng. 

En una clase de 1º de secundaria hay un niño que continuamente hace bullyng a varias personas. No existe sólo una víctima, parece que el agresor tiene aburridos a varios compañeros y compañeras a los que insulta por su físico, su forma de vestir, su forma de actuar en clase o en el recreo, o su forma de participar en deportes. Este niño tiene una alta autoestima y se cree el más guapo y el mejor en todos los deportes y lo repite continuamente intentando ser siempre el lider de la clase.

El problema es que con esta actitud ya tiene hartos a mucho de sus compañeros que han llegado a notificarlo a su profesora. Esta le ha reprendido en algunas ocasiones incluso llegando a iniciar castigos mendiante partes, a los que el niño agresor responde haciéndose la víctima.

El centro, a través de esta profesora/tutora quiere convocar una reunión con los padres del alumno problemático para conocer su situación en casa y dar a conocer a sus padres los problemas que genera su actitud.  En esta reunión la madre parece abierta a recibir indicaciones, pero el padre justifica asu hijo diciendo que esto es normal, que son cosas de niños y que pasa en todos los colegios.

Ante esta actitud el centro decide trabajar con el alumno primero en sesiones particulres donde se trabaja su autoestima y los problemas de miedo al fracaso que hay por detrás de este comportamiento,  y luego en sesiones grupales con el resto de los compañeros donde se ampliará este trabajo de autoestima individual. 

Se preparan una serie de actividades donde tiene que colaborar con los niños y niñas agredidos obligándole a conocerles mejor y establecer vínculos más cercanos. En las actividades otros compañeros podrán hacerle saber cuáles son sus sentimientos y las posibles soluciones que proponen bien a través de un alumno mediador, bien a través de la colaboración entre todos los afectados en el caso (niños, profesores y familias).

Lo importante es que todos los implicados se escuchen y trabajen la empatía como motor principal de cambio de actitud.




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